Una postal de Melbourne
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La capital del estado de Victoria posee uno de los mayores índices de calidad de vida en el mundo. Melbourne es mucho más que sólo un escenario del GP de F1, que se disputa en Albert Park. Conozca más detalles de una ciudad deslumbrante. Por Sergio Núñez (Especial) @F1SergioNez
También contribuye a su éxito la variada y numerosa oferta de espectáculos que antecede a la carrera, que incluye demostraciones acrobáticas aéreas y en motos, así como numerosas pruebas de autos de turismo y fórmulas promocionales.
Aunque el acercamiento inicial de Australia con los ídolos de la F1 fue en la década del ’60 con la Copa Tasmania, su primera incursión en el Mundial recién ocurrió en 1985. En sus iniciales 11 ediciones se corrió en un circuito urbano de Adelaida, como cierre de temporada. A partir de 1996 se mudó a las calles de Melbourne, abriendo siempre el calendario, excepto en 2006 y 2010.
Ciudad cosmopolita y pujante puerto comercial fundado en 1835, Melbourne está al sudeste de la isla-continente, en el estado de Victoria, y es la segunda orbe más poblada del país -detrás de Sidney- con 3,8 millones de habitantes en su área metropolitana. Es además famosa por albergar otros grandes acontecimientos deportivos -como el Abierto de Tenis australiano y primer Grand Slam del año- y la más importante actividad cultural de la nación. Elegida en 2011 la mejor ciudad del mundo para vivir, por su alto estándar de vida y bajo nivel de pobreza, también se caracteriza por su mix arquitectónico victoriano y contemporáneo, su larga red de tranvías, su magnífico jardín botánico, su zoológico y el atractivo Albert Park, un amplio espacio verde a tres kilómetros del centro a 500 metros del mar y con un lago artificial. Allí, pese a las quejas de grupos ecologistas, se erige el escenario del GP, cuyo armado moviliza 57 mil toneladas de materiales.
Melbourne hace de esta competencia un acontecimiento nacional. Lo confirman los casi 300 mil espectadores que reúne entre viernes y domingo. Cifra inusual para una competencia que entre 1995 y 2001 no contó con un representante local. Con o sin él, su éxito radica en la organización, que facilita moverse ordenadamente al llegar, durante y al final de la prueba. Todo está indicado con señales claras que la gente respeta a rajatabla. La única contra son las molestas moscas lugareñas que el público combate con sombreros de ala ancha.