La deslumbrante Melbourne, primera cita de la F1
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Como en 17 de las 19 veces que ya recibió a la categoría, este año la “ciudad jardín” de Australia vuelve a inaugurar el Mundial de la especialidad. Por Sergio Núñez @F1SergioNez
Tras albergar las últimas 19 ediciones del Gran Premio de Australia de F1, Melbourne ya se ganó un lugar clave en la historia de la “máxima”, Más aún cuando 17 de esas veces inauguró su temporada, como también sucederá este año. Eso, pese a que primer acercamiento de los aussies a los ídolos de la categoría ocurrió en los años ’60 con la Copa Tasmania y a que fue Adelaida quien inicialmente hospedó al GP entre los ’80 y ’90, siempre como cierre del calendario.
El arribo de la F1 a Melbourne en 1996 obedeció a una intensa campaña centrada en el turismo de los grandes acontecimientos deportivos para revertir una etapa de declive en la pujante historia de la ciudad. Y vaya que le dio resultados porque con el impulso que significó ser además sede de otros eventos como el famoso Abierto de Tenis australiano y el GP de Australia del Mundial de Motociclismo, la ciudad no tardó en ser considerada la capital nacional del deporte. Y esto a su vez le facilitó reposicionarse como un gran centro comercial, industrial y cultural.
No por casualidad, últimamente Melbourne fue elegida varias veces la mejor ciudad del mundo, por su alto estándar de vida y bajo nivel de pobreza, entre otras variables. La última en 2011. De ello disfruta la mayoría de los 3,8 millones de personas que habitan su área metropolitana, cifra que la convierte en la segunda orbe más poblada del país, sólo detrás de Sidney.
Fundada en 1835 sobre tierras aborígenes, al sudeste de la isla-continente, en la desembocadura del río Yarra y lindera a la costa oceánica, hoy es una ciudad por demás cosmopolita, habitada por gente de 233 distintas nacionalidades, que habla más de 180 idiomas y dialectos, y que practica 116 confesiones religiosas.
Melbourne también se distingue por su enorme red de tranvías (la mayor del mundo), su mix arquitectónico victoriano y contemporáneo, su activísimo puerto marítimo, su casco histórico (convertido hoy en el distrito central de negocios y con muchas galerías llenas de tiendas y bares), su magnífico jardín botánico, su zoológico, sus playas de surf y sus innumerables espacios verdes. Entre ellos, el Albert Park, con un gran lago artificial, a pocos kilómetros del centro y a sólo 500 metros del mar. Allí, pese a las quejas ecologistas, se levanta todos los años el escenario de la F1, cuyo armado moviliza 57 mil toneladas de materiales.
Que la ciudad hace de esta competencia un acontecimiento nacional, lo confirman los más de 200 mil espectadores que reúne entre viernes y domingo. Cifra inusual para un GP que entre 1995 y 2001 no contó con un piloto australiano. Con o sin él, su éxito radica en la organización, que ayuda moverse ordenadamente al llegar, durante y al final de la prueba. Todo está indicado con señales claras que la gente respeta a rajatabla. La única contra son las molestas moscas locales que el público combate con sombreros de ala ancha.
A su éxito también contribuye la variada oferta de espectáculos que precede a la carrera, que va desde demostraciones acrobáticas aéreas y en moto, hasta pruebas de autos de turismo y fórmulas promocionales.