La villa de Monza, casa de la pasión tifosi

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Célebre por su mítico circuito, por estos días, la más “fierrera” de las localidades italianas no sólo se convierte en el paraíso espiritual de Ferrari sino que conlleva una buena ocasión para conocer la vecina Milán, capital mundial de la moda. Por Sergio Núñez @F1SergioNez


Junto a Gran Bretaña, Italia es uno de los dos países con asistencia perfecta al Mundial de F1. Y si Silverstone quedó en la historia por inaugurar el primer Mundial de la categoría, Monza puede jactarse de haber consagrado al primer campeón, Giuseppe Farina.

Pero no sólo eso. Desde 1950, el circuito de Monza dejó de albergar al Gran Premio azzurro una vez únicamente. Fue en 1980, cuando la prueba se disputó en Imola. Y en pocas horas más, cuando el Gran Circo desembarque otra vez en la villa de igual nombre, ésta aventajará a Silverstone por 64 competencias a 49, lo que ratifica su condición de meca del automovilismo internacional. Aunque las exigencias económicas de Bernie Ecclestone podrían poner en riesgo la continuidad de esa riquísima historia a partir de 2016.

La ciudad de Monza está al norte de Italia, a 10 kilómetros al noreste de Milán, junto al río Lambro -un afluente del Po-, es la capital de la provincia de Monza y Brianza, y su población ronda los 122 mil habitantes. Antigua capital de los lombardos, hoy es el centro económico, administrativo e industrial más importante del área de Brianza, destacable por su producción textil y editorial.

Su fama, sin embargo, obedece fundamentalmente a su autódromo, enclavado en medio de un parque nacional. Lo que generó numerosos enfrentamientos entre los organizadores del GP y grupos ecologistas desde sus orígenes, en 1922. El último, en 1995, cuando se planeó una tala masiva de árboles para ampliar las escapatorias a la curva Di Lesmo y los “verdes” lograron que las modificaciones se concretaran sin derribar un solo ejemplar de las especies que circundan el trazado.

Sin la suntuosidad de Milán, meca internacional de la moda, y carente del soñado marco natural que bordea al lago de cómo, apenas a una hora en coche hacia el norte, Monza cuenta no obstante con varios atractivos. Entre ellos, su catedral de los siglos VI y VII, donde se conserva la Corona de Hierro de Lombardía; la Villa Real, un gran complejo arquitectónico de estilo neoclásico y bellos jardines que habitaron los reyes del imperio austrohúngaro y luego los del reino de Italia, y que ahora hospeda muestras y exposiciones; y el Arengario, el antiguo ayuntamiento que se halla en el casco antiguo.

En Milán, la segunda metrópoli más grande del país después de Roma, no sólo se destacan las tiendas con las más prestigiosas marcas de ropa. También la Piazza del Duomo y la enorme catedral de estilo gótico -la segunda del culto católica más grande del mundo- que da nombre a la plaza; la Scala de Milán, centro mundial de la ópera; el monasterio de Santa María delle Grazie, donde Leonardo da Vinci pintó La última cena; el vidriado rascacielo Pirelli; la Torre Unicredit (la más alta de Italia); y el parque Sempione, al lado del Castillo Sforzesco.

A nivel hotelería, comida y ocio, la oferta milanesa es innumerable, pero si uno quiere estar cerca del circuito, Monza cuenta con aceptables alojamientos y buenos restaurantes en la zona de Porta Vedano, en la entrada a la villa, donde se puede degustar todo tipo de pastas.

El autódromo está a apenas cinco kilómetros del casco urbano, pero aún así, el fin de semana de competencia conviene moverse con tiempo porque los enlaces suelen estar abarrotados. No es para menos. Por estos días, Monza se transforma todos los años en el hogar de los tifosi, en el paraíso espiritual de Ferrari; y esta temporada, que la Scuderia logró batir un par de veces a los casi invencibles Mercedes y con las amenazas de “Mister E” en ciernes, la pasión Rossa seguramente será todavía mayor.


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