El diminuto y bello reino de Bahrein

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Sede de la cuarta fecha del Mundial 2015 de F1, este pequeño estado insular del Golfo Pérsico denunciado por violaciones a los DD.HH. combina la cultura árabe moderna y un milenario legado arqueológico. Por Sergio Núñez @F1SergioNez


Si bien la F1 visitó por primera vez tierra árabe en 1958 con motivo del único Gran Premio disputado en Marruecos, la “máxima” recién llegó a lo que hoy se llama Oriente Medio en 2004. Más precisamente al Reino de Bahrein, un estado insular del Golfo Pérsico de sólo 700 km2 y conformado por la isla de igual nombre -conectada a Arabia Saudita por un puente de 26 kilómetros-, otras cinco más chicas y 29 islotes donde residen 1,5 millones de personas. El 40%, extranjeros, trabajadores asiáticos en su mayoría.

Antiguo hogar de la civilización Dilmún, Bahrein (cuyo nombre significa Reino de los Dos Mares) fue un protectorado británico desde fines del siglo XIX hasta 1971, cuando declaró su independencia y empezó a transformarse en un rico emirato petrolero. La exportación del “oro negro” y sus derivados le proveen el 80% de sus divisas, aunque también tiene importantes reservas de gas, fundición de aluminio y cementeras, tratando además de diversificar su economía con inversiones en el sector bancario y turístico.

La capital es Manama, emplazada al nordeste de la isla principal y famosa en la zona por su actividad financiera y centros comerciales.

Bahrein es una monarquía constitucional bajo el mandato de la familia real Al Jalifa -de la rama musulmana suní y dueña de la mayor parte de la economía del país-, denunciada reiteradas veces por su escaso respeto a las libertades políticas y violaciones a los derechos humanos. Por esa razón, en 2011 comenzó una rebelión inspirada en la Primavera Arabe, particularmente entre los musulmanes chiíes, que son mayoría (el 70%), por lo que ese año el GP debió ser suspendido.

El reino cuenta con numerosos sitios arqueológicos y viejas fortificaciones como el Qal’at al-Bahrain, puerto y capital del antiguo pueblo de Dilmún designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su Museo Nacional posee objetos regionales que tienen cerca de 9 mil años y el Museo Beit Al-Quran preserva no pocas reliquias relacionadas al Corán. Otras de sus atracciones son las mezquitas, entre ellas Al-Khamis, la más antigua de la zona, y Al-Fateh, convertida en la Biblioteca Nacional de Bahrein.

También merecen visitarse el parque Al-Areen, un zoológico y centro de cobijo para animales en peligro de extinción, y la isla Hawar, popular por la observación de aves. El buceo, el esquí acuático y la equitación son otras actividades a tener en cuenta.

El circuito de Bahrein, inaugurado en 2004 a un costo de 150 millones de dólares, está a 30 kilómetros al sur de Manama, en un oasis del desierto de Sakhir, donde es famoso el Shajarat-al-Hayat, un árbol de 400 años de edad que crece sin agua en los alrededores. Magnífico complejo para 70 mil espectadores sentados, el autódromo combina diseños de avanzada con muestras de la típica y bella arquitectura local, como la Sakhir Tower, y hasta detalles de oro en los baños de boxes.

Aunque en Bahrein el alcohol es legal, la inconfundible impronta de su GP además se evidencia en la ausencia de champaña en el podio y de las clásicas pits girls por
cuestiones religioso-culturales. A esto, hay que sumarle que desde el año pasado la carrera se larga al atardecer, ya con luz artificial, con el peculiar paisaje que eso conlleva.


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