Spa: bosques, termas y una pista legendaria
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Situada al pie de las Ardenas, la apacible villa de Spa entra en ebullición durante los días del Gran Premio belga de F1, que este fin de semana cumplirá su 60º edición. Además de su mítico trazado, es famosa por sus tradicionales baños termales. Por Sergio Núñez @F1SergioNez
Ubicado en las boscosas laderas de las Ardenas, el tranquilo pueblo de Spa es parte de la provincia de Leija, a sólo a 20 kilómetros de la frontera oeste de Alemania, y este año celebrará la 60º edición puntuable del Gran Premio de F1 de Bélgica, del que ya fue sede en 47 oportunidades y otras 11 veces antes de 1950, año en que nació el primer Mundial de la categoría. Cifras que de por sí explican por qué la villa muta en un auténtico hervidero cada vez que la especialidad la visita. Pero no sólo por eso.
Spa es además poseedora del circuito favorito de la mayoría de los pilotos y fans de la “Máxima”, ya que pese a las modificaciones con que resurgió a inicios de los ’80, aún conserva varias de las desafiantes características que afrontaron leyendas como Alberto Ascari (vencedor en 1925, ’52 y ’53), Tazio Nuvolari (1933), Rudolf Caracciola (1935), Juan Manuel Fangio (1950, ’54 y ’55), Giuseppe Farina (1951), Jack Brabham (1960) y Jim Clark (del ’61 al ’64). Y también porque ofrece al público espectaculares puntos de observación.
Eso sí, hay que estar dispuesto a una larga recorrida por el bosque y exponerse a una habitual invitada: la lluvia, que acostumbra caer en algunos sectores mientras que en otros brilla el sol. Sin embargo, en la tradicional caminata de regreso, los más afortunados suelen quedarse con algún souvenir de los F1 que quedaron a un costado del asfalto.
Aunque pequeño, Spa tiene sus atractivos. El principal, sus célebres centros de aguas termales desde la época romana. Tanto es así que los lugareños indican que el término moderno “spa” deriva del nombre de la localidad. El manantial más famoso es la Fuente de Pedro el Grande, un cenador (pabellón situado en un jardín, en general redondo, cercado y cubierto de plantas trepadoras) edificado en 1880 y que hoy es una sala de exposiciones. Allí se destacan pinturas de Antoine Fontaine, que en 1894 retrató a 96 personalidades que visitaban las termas, desde el zar Pedro el Grande hasta el duque de Wellington, el filósofo y escritor Montaigne y el poeta Víctor Hugo.
Las Termas de Spa, construidas en 1868 con su típica fachada estilo Napoleón III, se cerraron para convertirse en un moderno complejo situado sobre una colina y al que se accede con un funicular. El lugar dispone de 800 m² de piscinas exteriores e interiores, baños turcos, saunas y refrescantes duchas con espléndidas terrazas panorámicas, restaurantes y cafeterías.
Otra atracción es el casino local, el más antiguo del mundo. Su creación se remonta a 1763, pero el edificio actual es de principios del siglo XX, con salas de juego estilo Luis XVI y un salón de fiestas que imita al teatro de la reina en la corte de Versalles.
También se puede visitar la Galerie Léopold II, con sus 160 columnas de hierro forjado, que une dos pabellones y los domingos acoge a un interesante mercado; y el Ayuntamiento, antigua residencia de 1763 para huéspedes ilustres.
Si de hospedaje se trata, se puede optar entre varios hoteles y los campings cercanos al trazado, donde hay gran variedad de puestos de comida y cerveza. Pero si se quiere algo más de comodidad y diversión, conviene parar en la ciudad de Lieja, capital de la provincia homónima y centro industrial distante a 40 kilómetros con una importante vida nocturna. Sobre todo, en el atractivo casco histórico y en el barrio universitario.
Bruselas, la cosmopolita capital belga, se halla a menos de 140 kilómetros y está unida a Spa por un rápido sistema ferroviario. Sin embargo, desde la estación (Spa-Géronstère) a la pista hay un
importante trecho -unos cinco kilómetros-, por lo que conviene alquilar un coche. La autopista que también une a ambas localidades está bien señalizada y el viaje no demanda mucho tiempo, aunque conviene llegar sin apuros porque no es fácil encontrar estacionamiento en las cercanías del trazado.
Ubicado en las boscosas laderas de las Ardenas, el tranquilo pueblo de Spa es parte de la provincia de Leija, a sólo a 20 kilómetros de la frontera oeste de Alemania, y este año celebrará la 60º edición puntuable del Gran Premio de F1 de Bélgica, del que ya fue sede en 47 oportunidades y otras 11 veces antes de 1950, año en que nació el primer Mundial de la categoría. Cifras que de por sí explican por qué la villa muta en un auténtico hervidero cada vez que la especialidad la visita. Pero no sólo por eso.
Spa es además poseedora del circuito favorito de la mayoría de los pilotos y fans de la “Máxima”, ya que pese a las modificaciones con que resurgió a inicios de los ’80, aún conserva varias de las desafiantes características que afrontaron leyendas como Alberto Ascari (vencedor en 1925, ’52 y ’53), Tazio Nuvolari (1933), Rudolf Caracciola (1935), Juan Manuel Fangio (1950, ’54 y ’55), Giuseppe Farina (1951), Jack Brabham (1960) y Jim Clark (del ’61 al ’64). Y también porque ofrece al público espectaculares puntos de observación.
Eso sí, hay que estar dispuesto a una larga recorrida por el bosque y exponerse a una habitual invitada: la lluvia, que acostumbra caer en algunos sectores mientras que en otros brilla el sol. Sin embargo, en la tradicional caminata de regreso, los más afortunados suelen quedarse con algún souvenir de los F1 que quedaron a un costado del asfalto.
Aunque pequeño, Spa tiene sus atractivos. El principal, sus célebres centros de aguas termales desde la época romana. Tanto es así que los lugareños indican que el término moderno “spa” deriva del nombre de la localidad. El manantial más famoso es la Fuente de Pedro el Grande, un cenador (pabellón situado en un jardín, en general redondo, cercado y cubierto de plantas trepadoras) edificado en 1880 y que hoy es una sala de exposiciones. Allí se destacan pinturas de Antoine Fontaine, que en 1894 retrató a 96 personalidades que visitaban las termas, desde el zar Pedro el Grande hasta el duque de Wellington, el filósofo y escritor Montaigne y el poeta Víctor Hugo.
Las Termas de Spa, construidas en 1868 con su típica fachada estilo Napoleón III, se cerraron para convertirse en un moderno complejo situado sobre una colina y al que se accede con un funicular. El lugar dispone de 800 m² de piscinas exteriores e interiores, baños turcos, saunas y refrescantes duchas con espléndidas terrazas panorámicas, restaurantes y cafeterías.
Otra atracción es el casino local, el más antiguo del mundo. Su creación se remonta a 1763, pero el edificio actual es de principios del siglo XX, con salas de juego estilo Luis XVI y un salón de fiestas que imita al teatro de la reina en la corte de Versalles.
También se puede visitar la Galerie Léopold II, con sus 160 columnas de hierro forjado, que une dos pabellones y los domingos acoge a un interesante mercado; y el Ayuntamiento, antigua residencia de 1763 para huéspedes ilustres.
Si de hospedaje se trata, se puede optar entre varios hoteles y los campings cercanos al trazado, donde hay gran variedad de puestos de comida y cerveza. Pero si se quiere algo más de comodidad y diversión, conviene parar en la ciudad de Lieja, capital de la provincia homónima y centro industrial distante a 40 kilómetros con una importante vida nocturna. Sobre todo, en el atractivo casco histórico y en el barrio universitario.
Bruselas, la cosmopolita capital belga, se halla a menos de 140 kilómetros y está unida a Spa por un rápido sistema ferroviario. Sin embargo, desde la estación (Spa-Géronstère) a la pista hay un
importante trecho -unos cinco kilómetros-, por lo que conviene alquilar un coche. La autopista que también une a ambas localidades está bien señalizada y el viaje no demanda mucho tiempo, aunque conviene llegar sin apuros porque no es fácil encontrar estacionamiento en las cercanías del trazado.