Una postal de Singapur
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Sede de la primera carrera nocturna en la historia de la F1, la pequeña pero pujante ciudad-estado del sudeste asiático combina su legado típicamente oriental con la modernidad occidental. Por Sergio Núñez @F1SergioNez
La F1 llegó por primera vez a Singapur en 2008 y ese Gran Permio quedó en la historia por ser la primera carrera de la categoría disputada en horario nocturno y la número 800 desde la instauración del Mundial de la especialidad. Aunque también es recordada por lo que un año después la prensa denominó el “crashgate”, cuando Nelson Piquet hijo denunció que el equipo Renault lo había obligado a simular un accidente para provocar la entrada del auto de seguridad y así favorecer a su compañero Fernando Alonso.
Testigos de esas luces y sombras fueron los 80 mil espectadores que aquel domingo de septiembre acudieron a Marina Bay, el circuito urbano de Singapur, la ciudad-estado más chica del sudeste asiático, al sur de la península de Malasia (separada de ella por el estrecho de Johor) y al norte de las islas Riau de Indonesia.
Conformada por 63 islas de sólo 707 km² pero habitada por cinco millones y medio de personas, Singapur debe su nombre a la palabra malat “Singapura”, que a su vez deviene de “singha” y “pura”, en sánscrito, “león” y “ciudad” respectivamente, aunque hasta donde se sabe, allí nunca hubo leones sino tigres.
La hoy ciudad-estado fue parte de varios imperios regionales, luego territorio británico y posteriormente japonés, durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta que en 1963 declaró su independencia del Reino Unido como parte de Malasia, de la que se separó dos años más tarde. Desde entonces su economía prosperó con gran rapidez y pasó a conformar los llamados “Cuatro tigres asiáticos”, junto a Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán.
Además de ser un gran centro financiero internacional, Singapur centra su economía en las exportaciones y el refinamiento de importaciones, en particular las del rubro electrónico e industrial. El ramo manufacturero se ha diversificado a la química, el refinamiento de petróleo, la ingeniería mecánica y las ciencias biomédicas, entre otros.
Otro de sus sectores más pujantes es el turismo, por su importante legado chino, indio y árabe, que conviven con su espectacular modernidad occidental.
Algunas de sus atracciones son el barrio China Town, con sus vistosas fiestas populares y pagodas -como la de Wak Hai Cheng-; Little India, con santuarios como el de Sri Mariammam, de 1881; la Mezquita del Sultán; el lujoso Hotel Raffles del siglo XIX; el zoológico abierto, que incluye safaris nocturnos; la naturaleza de la isla de Sentosa; y en la zona del circuito, el deslumbrante Marina Bay Sands, un complejo hotelero de tres torres de 57 pisos conectados por una terraza aérea a 200 metros del suelo, con forma de barco y la piscina elevada más grande del mundo.
Este año, el fin de semana del Gran Premio de F1, habrá además un festival de música con Jennifer Lopez, Robbie Williams, Ziggy Marley, Pet Shop Boys y otros artistas.
La F1 llegó por primera vez a Singapur en 2008 y ese Gran Permio quedó en la historia por ser la primera carrera de la categoría disputada en horario nocturno y la número 800 desde la instauración del Mundial de la especialidad. Aunque también es recordada por lo que un año después la prensa denominó el “crashgate”, cuando Nelson Piquet hijo denunció que el equipo Renault lo había obligado a simular un accidente para provocar la entrada del auto de seguridad y así favorecer a su compañero Fernando Alonso.
Testigos de esas luces y sombras fueron los 80 mil espectadores que aquel domingo de septiembre acudieron a Marina Bay, el circuito urbano de Singapur, la ciudad-estado más chica del sudeste asiático, al sur de la península de Malasia (separada de ella por el estrecho de Johor) y al norte de las islas Riau de Indonesia.
Conformada por 63 islas de sólo 707 km² pero habitada por cinco millones y medio de personas, Singapur debe su nombre a la palabra malat “Singapura”, que a su vez deviene de “singha” y “pura”, en sánscrito, “león” y “ciudad” respectivamente, aunque hasta donde se sabe, allí nunca hubo leones sino tigres.
La hoy ciudad-estado fue parte de varios imperios regionales, luego territorio británico y posteriormente japonés, durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta que en 1963 declaró su independencia del Reino Unido como parte de Malasia, de la que se separó dos años más tarde. Desde entonces su economía prosperó con gran rapidez y pasó a conformar los llamados “Cuatro tigres asiáticos”, junto a Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán.
Además de ser un gran centro financiero internacional, Singapur centra su economía en las exportaciones y el refinamiento de importaciones, en particular las del rubro electrónico e industrial. El ramo manufacturero se ha diversificado a la química, el refinamiento de petróleo, la ingeniería mecánica y las ciencias biomédicas, entre otros.
Otro de sus sectores más pujantes es el turismo, por su importante legado chino, indio y árabe, que conviven con su espectacular modernidad occidental.
Algunas de sus atracciones son el barrio China Town, con sus vistosas fiestas populares y pagodas -como la de Wak Hai Cheng-; Little India, con santuarios como el de Sri Mariammam, de 1881; la Mezquita del Sultán; el lujoso Hotel Raffles del siglo XIX; el zoológico abierto, que incluye safaris nocturnos; la naturaleza de la isla de Sentosa; y en la zona del circuito, el deslumbrante Marina Bay Sands, un complejo hotelero de tres torres de 57 pisos conectados por una terraza aérea a 200 metros del suelo, con forma de barco y la piscina elevada más grande del mundo.
Este año, el fin de semana del Gran Premio de F1, habrá además un festival de música con Jennifer Lopez, Robbie Williams, Ziggy Marley, Pet Shop Boys y otros artistas.