Una postal de Monza

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La F1 se despide de Europa en Monza, próxima a la suntuosa Milán y célebre por su mítico circuito, el hogar de los apasionados tifosi. Por Sergio Núñez @F1SergioNez



Italia es uno de los dos países con asistencia perfecta en el Mundial de F1 junto a Gran Bretaña. Y si el poblado de Silverstone quedó en la historia como la cuna de la categoría por acoger su primer Gran Premio, Monza puede jactarse de haber consagrado al primer campeón, Giuseppe Farina.

Pero no sólo eso: desde 1950, el circuito de la ciudad homónima dejó de albergar a la prueba azurra una vez únicamente: en 1980, cuando se disputó en Imola. Y este año, cuando el Gran Circo dispute su última fecha del periplo europeo, Monza aventajará a Silverstone por 63 visitas a 48, lo que ratifica su condición de meca del automovilismo mundial.

La ciudad de Monza está al norte de Italia, a 10 kilómetros al noreste de Milán, junto al río Lambro -un afluente del Po-, es la capital de la provincia de Monza y Brianza, y su población ronda los 122 mil habitantes. Antigua capital de los lombardos, hoy es el centro económico, adminsitrativo e industrial más importante del área de Brianza, destacable por su producción textil y editorial.

Aunque su fama internacional obedece fundamentalmente a su autódromo, enclavado en medio de un parque nacional. Lo que generó numerosos enfrentamientos entre los organizadores del Gran Premio y grupos ecologistas desde sus orígenes, en 1922. El último, en 1995, cuando se planeó una tala masiva de árboles para ampliar las escapatorias a la “curva Di Lesmo y los “verdes” lograron que las modificaciones se concretaran sin derribar un solo ejemplar de las especies que circundan el trazado.

Sin la suntuosidad de Milán -meca internacional de la moda- y carente del soñado marco natural que bordea al lago de Como -apenas a una hora en coche hacia el norte-, Monza cuenta sin embargo con varios atractivos. Entre ellos, su Catedral de los siglos VI y VII, donde se conserva la Corona de Hierro de Lombardía; la Villa Real, un gran complejo arquitectónico de estilo neoclásico y bellos jardines donde residieron los reyes del imperio austrohúngaro y después los del reino de Italia, y que ahora hospeda muestras y exposiciones; y el Arengario, el antiguo ayuntamiento que se halla en el casco antiguo.

En Milán, la segunda metrópoli más grande del país luego de Roma, se destacan no sólo las tiendas con las más prestigiosas marcas de ropa sino también la Piazza del Duomo y la enorme catedral de estilo gótico (la segunda del culto católica más grande del mundo) que da nombre a la plaza; la Scala de Milán, centro mundial de la ópera; el monasterio de Santa María delle Grazie, donde Leonardo Da Vinci pintó La última cena; el vidriado rascacielo Pirelli; la Torre Unicredit (la más alta de Italia); y el parque Sempione, al lado del Castillo Sforzesco.

A nivel hotelería, comida y ocio, la oferta milanesa es innumerable, pero si uno quiere estar cerca del circuito, Monza cuenta con aceptables alojamientos y buenos restaurantes en la zona de Porta Vedano, en la entrada a la villa, donde se puede degustar todo tipo de pastas.

El autódromo está a apenas cinco kilómetros del casco urbano, pero aún así, el fin de semana de competencia conviene moverse con tiempo porque los enlaces suelen estar abarrotados. No es para menos. Monza es el hogar de los tifosi, el paraíso espiritual de Ferrari, aunque ya haga varios años que la Scudería no esté pasando por su mejor momento.


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