Montecarlo, el más lento e intrincado

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Estrenado en 1929, el circuito callejero de Mónaco sufrió varias modificaciones, pero ninguna de ellas alteró su enrevesada esencia. Por lo que las chances de sobrepasos siguen siendo pocas y muy altas las posibilidades de terminar contra un muro. Por Sergio Núñez @F1SergioNez

Legendario como pocos, el Gran Premio de Mónaco comenzó a disputarse en 1929 y este año celebrará su 73º edición, ya que cesó entre 1938 y 1947, por la Segunda Guerra Mundial, y en 1949. Mientras que como parte del Mundial de F1, sólo faltó cuatro veces: de 1951 a 1954.

Los originales 3.145 metros del trazado permanecieron inalterables hasta 1972, pero desde entonces la pista tuvo varios cambios. Hoy cuenta con 3.340 metros a recorrer 78 veces, lo que totaliza 260,520 kilómetros, siendo el único GP de la temporada que no supera los 305 km. Ya que si se corriera a esa distancia, deberían completarse 92 vueltas y rebasaría largamente las dos horas de duración por la lentitud del dibujo.

Aunque ninguna de sus alteraciones modificó su intrincada esencia, el mayor cambio se introdujo en 1973, con la añadidura del Complejo de La Piscina y la horquilla de La Rascasse. En 1976, para obligar a desacelerar en dos sitios críticos, se rediseñó la curva Sainte Dévote -escenario de muchos incidentes tras la largada-, y se agregó una chicana a la salida de La Rascasse. En 1986 fue ralentizada la chicana frente al mar, poco después de la salida del Túnel Loews. De modo que lo que era un violento zig-zag izquierda-derecha, se convirtió en una repentina curva a la izquierda montada sobre un sector que sobresale hacia el puerto.

Por último, en 2004 se realizaron importantes cambios en la zona de los boxes, donde se reconstruyeron las instalaciones para los equipos y se ensanchó el muy estrecho ingreso a los pits.

Más conocido como Montecarlo, el circuito de Mónaco es el más lento y enrevesado del calendario de la F1. Es que, entre medio de subidas y bajadas, los autos ruedan a centímetros de las vallas de contención y tomando curvas en extremo cerradas, por lo que las chances de sobrepasos son mínimas y muy altas las probabilidades de terminar contra los muros de neumáticos. Además, como hay sectores llenos de badenes, baches y tapas de alcantarillas, las roturas de las suspensiones suelen estar a la orden del día.

Por su lentitud, el trazado tiene una sola zona de activación del alerón trasero móvil que facilita los adelantamientos (DRS): la recta de salida; y debido a la exigencia de los frenos, los neumáticos elegidos por Pirelli son el blando (franja amarilla) y el súper blando (franja roja), que generan mayor agarre.

Cualquiera sea el sector desde donde se presencie la carrera, el espectáculo está garantizado, pero cuando los coches salen despedidos del túnel o se lanzan a la zona de La Piscina, directamente roza lo fantástico. En condiciones normales, quien va al frente tras las detenciones cuenta con grandes chances de llevarse el triunfo, aunque Mónaco ha sido cruel hasta con grandes campeones como Ayrton Senna (en 1988) y Michael Schumacher (en 2004). Y si llueve -algo bastante habitual-, la prueba suele convertirse en una auténtica lotería.

La pole a batir data de 2011, cuando se usaban motores V8 atmosféricos de 2400 cc limitados a 18.000 rpm y Sebastian Vettel (Red Bull-Renault) clavó 1m 13s 556/1000. La carrera más rápida fue la de 2007, año en que Fernando Alonso (McLaren-Mercedes) ganó en 1h 40m 29s 329/1000
con el mismo tipo impulsores pero limitados a 19.000 rpm. Y el récord de vuelta corresponde a Michael Schumacher (Ferrari), que en 2004 marcó 1m 14s 439/1000 con un motor V10 atmosférico de 3000 cc.


Ya con los V6 turbo de 1600 cc, en 2014 la pole y la victoria quedó en manos de Nico Rosberg (Mercedes): con 1m 15s 989/1000 y 1h 49m 27s 661/1000, mientras que el giro más veloz en carrera fue para Kimi Raikkonen (Ferrari) con 1m 18s 479/1000.


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